jueves, 13 de diciembre de 2012


“Narcocorridos de Los Tigres del Norte: orígenes”

Angulo González Griselle Mercedes                       


El uso de narcóticos no siempre tuvo una acepción negativa, antes fueron muy comunes tanto en la clase alta como entre el pueblo en general, esto en América y Europa. Es hasta las últimas décadas del siglo XIX cuando comienzan a aparecer una serie de cuestionamientos y críticas acerca de los narcóticos o “sustancias peligrosas” como morfina y opio, y mas tardíamente también la marihuana. “El 8 de enero de 1925 el presidente Calles expide un decreto (…) donde se fijan las bases de la importación del opio, morfina, cocaína, etc. En 1926, el Código Sanitario prohíbe el cultivo y comercialización de la marihuana y la adormidera. “[1]

Se tienen conocimientos de que en los treinta aún trabajaban en el tráfico de drogas los chinos, pero entre las décadas de los cuarenta a los sesenta se desconoce qué fue lo que pasó con el narcotráfico. Cuando nuevamente se sabe sobre narcotráfico alrededor de los setenta, es porque la DEA (Fuerza Administrativa Antidrogas por sus siglas en inglés) comienza a ejercer presión sobre México para acabar con el narcotráfico, es así como los medios de comunicación le comienzan a dar difusión a este tema. El contrabando se vuelve una nueva forma de ganarse la vida donde las familias pueden aumentar su nivel adquisitivo.

En el medio en el que se desarrolla esta cultura principalmente al norte de México, tienen cabida los narcocorridos porque simplemente refleja una parte de la realidad. Hay muchas discusiones en torno a la influencia que ejercen los narcocorridos en la gente, como que sólo consigue volver a la gente aspirante a narco, inclusive, han tomado medidas para censurarlos, apoyadas en la ley de Radio y Televisión.  A ello, no han sido pocas las respuestas, todas en relación a que ésta música sólo ha sido un reflejo a una cultura cambiante. Luís Astorga comenta que, en un momento en el que estuvieron censurados los narcocorridos en la radio, las cifras de violencia en el narcotráfico no disminuyeron y continuaron su curso en acenso. Y, como bien asegura, los narcocorridos sólo son una consecuencia del narcotráfico y no la causa.[2]

En los setenta, la industria cinematográfica y la discográfica fortalecían sus vínculos logrando exportar los corridos tradicionales, estos, fueron siendo modificados, adaptados a una sociedad creciente y cambiante, usados para hablar de temas contemporáneos: el narcotráfico.

Aunque éste trabajo esta centrado en los orígenes de los narcocorridos en voz de Los Tigres del Norte, es importante aclarar un asunto, no es con ellos con quienes nacen los narcocorridos (aunque si muy probablemente con quienes se populariza y con quienes el corrido regresa a escucharse), desde 1920 que entra en vigor la ley seca en EEUU, ya para ese entonces en México existen bastantes prohibiciones en relación con las drogas, se tienen conocidos varios narcocorridos, inclusive, remontándonos más allá,  de 1887, Mariano Reséndez tiene su propio corrido donde su tema principal era el contrabando.

Ahora bien, regresando a mi interés con Los Tigres del Norte, es imprescindible mencionar que no todo el tiempo cantaron narcocorridos, en un principio de su carrera, aunque cantaban corridos, eran enfocados a otros temas, principalmente a los migrantes que iban para EEUU. La primer canción que abrió paso al narcocorrido, (narcocorrido en sus niveles de popularidad actual) con Los Tigres del Norte, es “Contrabando y Traición” de Paulino Vargas (compositor del mayor numero de letras de Los Tigres).  Canción registrada en derechos de autor desde 1975, pero lanzada en disco hasta 1991. Ya en 1989 habían iniciado la tradición del narcocorrido con “Una camioneta gris”.

Las canciones que elegí para analizar, son las más representativas a mi consideración, de diferentes discos para hacer un análisis de su evolución:

·“Una camioneta gris” en Corridos prohibidos, de 1989.
·“La banda del carro rojo” y  “La muerte del soplón” en De película, de 1992
· “Pacas de a kilo” en La guerra de…, de 1993
· “El tamal” en El ejemplo, de 1995
·“Jefe de jefes” y  “Las novias del traficante” en jefe de jefes, de 1997

Los narcocorridos son crónicas de las aventuras, traiciones, infortunios, ejecuciones, amores, desamores y demás hechos de individuos involucrados en el "negocio". [3]

Los Tigres del Norte tienen características muy particulares; hablan de los sucesos más frecuentes entre los narcos, su “filosofía”, las drogas más comunes, etc.,  pero algo que no comparten con la mayoría de los grupos que cantan narcocorridos, es que jamás se meten con traficantes famosos vivos,  en ocasiones menciona algunos pero casos muy renombrados, por ejemplo mencionan a Lino Quintana y Pablo Escobar Gaviria, pero en general solo mencionan nombres al azar, Pedro, Juan, Toño, Inés… Y el otro asunto es que en general siempre terminan mal las historias, esto es, muertos (ya sea por policías o por el “destino”), o solos, o en la cárcel…

La primera generación del narcotráfico, reconocida por la PGR, es en los setenta y estando al mando de ella Pedro Avilés Pérez, termina la primera generación con su muerte en 1978, en la siguiente generación se encuentran: Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y Manuel Salcido Uzeta “el cochiloco”. Es justo con ésta generación que se tiene la etapa incipiente de los narcocorridos en voz de los Tigres del Norte. La primera canción sacada al mercado es “Una Camioneta Gris”.
 
En sus canciones, no se nota una evolución muy clara, pero lo que se puede observar es por ejemplo que con la de “Jefe de jefes” ya se nota “afianzado” el negocio, o al menos así lo da a entender la canción, alguien que ya tiene algo bien agarrado, pero, que su tiempo y trabajo le ha costado. Mientras en la “Camioneta gris” uno podría imaginarse que es alguien que apenas empieza, que aunque ya antes lo ha hecho, todavía tiene la posibilidad de ser agarrado. También en la de “Jefe de jefes”, mi impresión es que, después de tanto intento de censura por parte de los medios de comunicación y de algunos diputados en el norte desde 1987[4], Los Tigres como ya lo han declarado en entrevistas, en la canción aclaran y dan a entender al comienzo, que no se tiene que ser narcotraficante o aspirante a, para que se escuchen los narcocorridos pues “son los hechos reales de nuestro pueblo (…) y en ellos se canta la pura verdad”.

En 1992, historias de las “hazañas” de algunos narcos eran bien conocidas, Los Tigres eligen cantarla; ésta es la historia de Lino Quintana, escrita por Paulino Vargas que retoma una historia de principios de los setenta, según dicen, le gustó la historia por ser Lino un hombre confiable y valiente, pues al ir pasando un cargamento los agarraron pero el no “rajó”. Eligió cantar la historia en dos partes, la segunda es “la muerte del soplón”. Comienza aclarando que “Lauro Cantú Villarreal fue el que traicionó a Quintana”, y tuvo sus amigos que intentaron vengarlo, un “policía deshonesto” fue el que les dijo a dónde ir, pero una exnovia se les había adelantado y estaba muerto cuando llegaron.  

El negocio del narco en México ya tiene varias décadas desarrollándose, abriéndose un camino, organizándose en diferentes cárteles, etc. Y en la canción “Las novias del traficante” de 1997, deja bien claro cuáles son las drogas más comunes y de dónde vienen o dónde buscarlas, un negocio bien conocido para ese entonces y  en “Pacas de a Kilo” de 1993 también se puede observar como se habla de un negocio ya bien establecido, una parte de la dinámica de un narco común, en qué estados principalmente se dan las actividades, las “habilidades” indispensables, por ejemplo manejar armas de fuego, avionetas, y también comenta como no está mal visto por toda la sociedad el narcotráfico, inclusive, los amigos de su padre le tienen envidia, como dice la canción. Otro aspecto rescatable es que, aunque mal visto por un lado, es permitido por el otro, pues hasta “Los Pinos me dan la sombra” dice la canción.

El ejemplo del policía “deshonesto”, es la canción “El Tamal”, es un policía que por “ambicioso” y querer toda la coca de “Juan Manuel”, hasta muerto terminó, no era cualquier policía, era un coronel de la judicial, y Juan, conciente de la situación, hasta le ofreció. Una parte muy sabida de México en estas últimas décadas, son los nexos entre estado y narcotráfico[5]. También menciona algo que es evidentemente trascendental para los narcos, la lealtad, alguien que no está rodeado de personas leales, lo que más frecuentemente le pasa, que se menciona en las canciones, es el dedazo, o sea que los delatan (cosa que le pasó a Juan Manuel). Mientras que se enaltece a la gente que no confiesa, la lealtad hace a los amigos, a “la familia”. El otro tema importante del que habla “El Tamal”, es mencionar que el narcotráfico no solamente existe en grandes cantidades, sino que también se da en pequeñas porciones, tan pequeñas, que caben en una bota. 

En estas últimas canciones no se nota una evolución realmente en los temas, lo único que puedo decir es que para los noventa, ya se encontraba en pleno auge el narcotráfico, los temas que mencionan Los Tigres son comunes en todas las canciones de narcocorridos habidos para ese entonces. Lo que si se nos permite ver con las canciones es a que grado ya había evolucionado el narco, sus relaciones con el estado, su modus operandi individual, sin nexos con la “autoridad”, la forma de trabajar en conjunto, de  dónde sale la droga (ranchos, plantíos en el cerro, etc.), a dónde van y de dónde vienen los cargamentos etc.

Retratan una cosmovisión, una cultura existente al norte de nuestro país, existe una dicotomía campo-ciudad en la gente; con trocas para la sierra, armas de diferentes tipos, desde una 9mm hasta M-16 o un AK-47 etc. Y las aspiraciones más comunes entre citadinos: lujos y dinero, “el dinero es el fin y las drogas el medio más rentable”[6].

Los narcocorridos a la fecha no han perdido su función inicial (de cuando eran corridos), esto es, informar, contar sucesos, “Así, la mayoría de quienes escuchan narcocorridos, descubren en éstos la historia de sus vidas o la de gente bastante cercana a ellos, encuentran los valores que de alguna u otra forma pasan a ser directrices en el actuar en la sociedad o, en el mejor de los casos una representación de sus aspiraciones: riqueza, mujeres, hombría, poder”.[7]

Los Tigres del Norte, han ido evolucionando en sus canciones, reflejando poco a poco lo que se va volviendo más cotidiano en el mundo del narco, primero hablando de “ligeros” cargamentos, luego de un jefe de cartel, y pasando por toda clase de policías, por el narcomenudeo,  etc., en fin, lo más visto en la sociedad.
                                                                                                    
Dado que la música es una forma muy clara en la que tiene coincidencias la identidad de muchos y diversos grupos sociales, me parece importante ver cómo es que surgen, en qué contexto y cómo operan, por ello decidí analizar a los Tigres del Norte, intentando ver un poco de su trayectoria en relación a la situación del narcotráfico en México. Considero que para saber un poco más del narcotráfico en México, una fuente primaria son los narcocorridos, porque como bien lo menciona Luis Astorga, “En el campo del tráfico de drogas en México y en otros países, quienes lo conforman no suelen crear y conservar archivos sobre sus actividades, hacer confesiones públicas o dar entrevistas, ni escribir memorias.”[8]

Sin duda, los Tigres, recrean muy bien un ambiente relacionado al narcotráfico, y al contrario de lo que alegan los medios de comunicación, diciendo que los narcocorridos sólo son apologías de narcotraficantes, el grupo que elegí es uno de los grupos mas neutrales, tanto habla de actividades de federales “honestos”, como de “deshonestos”, de narcos, como de gente que sólo los escucha por mero gusto.

La crítica que se les hace a los narcocorridos me parece infundada pues como ya lo he venido diciendo a lo largo de mi trabajo, la música no hace a la sociedad, sino, las exigencias de la sociedad son las que se reflejan en la música que se crea y escucha.

Éstas críticas e intentos de censura desde el estado, son una forma obsoleta de combatir el narcotráfico, es solo una forma de apantallar a la gente para que se crea que el gobierno está preocupado, y que hace algo por la seguridad.

Tal vez para gente que vivimos relativamente alejados del epicentro del narcotráfico, las canciones nos puedan parecer una exageración, pero basta ver cómo es la vida en una ciudad donde la droga está en auge para ver cómo no se exagera, y sólo retratan la realidad, es llamativo para cualquier persona que no haya crecido en este medio, encontrarse con que al asistir a cualquier lugar público, en la entrada se encuentren detectores de armas, y no sólo eso, sino al lado, un anuncio que aclara qué armas de fuego están prohibidas y una lista de mas de veinte. O enterarse que Culiacán ha sido la ciudad con mayor número de autos de lujo vendidos. La mayoría camionetas. 

Es claro que de que se mueve mucho dinero en estos lugares se mueve, pero el dinero no llega solo, sino con la droga del narcotráfico. Con los movimientos e historias retratadas en no pocas canciones.

Fuentes Primarias
·       Sitio Web consultado el 03 de Diciembre del 2007:
http://www.lostigresdelnorte.com

·       Disco de Los Tigres del Norte, Puros corridos, Sound recoder music, 2008.

·       Disco de Los Tigres del Norte, Compilación Los Tigres del Norte discografía completa, Mix 33. Party.

·       Sitio Web consultado desde el 2 de abril del 2008, diversos temas de Los Tigres del Norte: www.youtube.com

·       Sitio Web consultado el 7 de abril del 2008:
http://www.club-tigresdelnorte.com/discografia.htm


Fuentes secundarias:
  • Astorga Luis A., Mitología del “narcotraficante” en México, Plaza y Valdés Editores, 1996, pp. 150

  • Astorga Luis, Los corridos de narcotraficantes en México y Colombia, Instituto de Investigaciones sociales-UNAM, Sitio Web consultado el 10 de junio del 2008: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lasa97/astorga.pdf


  • Astorga Luis, “Arqueología del narcotraficante”, en Nexos No 211, en junio de 1995, consultado en sitio Web el 4 de junio del 2008 en:
http://www.drogasmexico.org/texto.php?aid=168  

  • Astorga Luis, “Corridos de traficantes y censura”, en Revista Región y Sociedad, Vol. XVII, No. 32, 2005. Consultado en Sitio Web:
http://lanic.utexas.edu/project/etext/colson/32/5notaastorga.pdf 
  • Eric Lara, “Salieron de San Isidro…” El corrido, el narcocorrido y tres de sus categorías de análisis: el hombre, la mujer y el soplón, un acercamiento etnográfico, en Revista de humanidades tecnológico de Monterrey, 2003. Consultado en sitio Web el 22 de mayo del 2008:

  • Linares Adriana, La leyenda negra, consultado en sitio Web el 1 de mayo del 2008 en: http://docentes.uacj.mx/rquinter/cronicas/narcotr.htm 

  • Tinajero Medina, R. y Hernández Inzaga, María, El narcocorrido ¿Tradición o mercado?, México, Universidad Autónoma de Chihuahua, 2004, pp. 151.


  • Sitio Web consultado el 01 de Diciembre del 2007:

  • Sitio Web consultado el 03 de Diciembre del 2007:
  • Sitio Web consultado el 4 de marzo del 2008, Ley federal de radio y televisión:

  • Sitio Web consultado el 1 de junio del 2008:

  •  Volumen 1 de narcocorridos a Malverde























Una camioneta gris 1989
 
Una camioneta gris
Con placas de California
La traían bien arreglada
Pedro Márquez y su novia
Muchos dólares llevaban
Para cambiarlos por droga
 
Traía llantas de carrera
Con sus rines bien cromados
Motor grande y arreglado
Pedro se sentía seguro
no hay federal de caminos
que me alcance te lo juro
 
Su destino era Acapulco
Así lo tenían planeado
Disfrutar luna de miel
Y el regreso aprovecharlo
Con cien kilos de la fina
Que en 'la gris' habían clavado
 
De regreso en Sinaloa
Pedro le dice a la Inés
Voy viendo que alguien nos sigue
Ya sabes lo que hay que hacer
Saca pues tu metralleta
y hazlos desaparecer
                              
En Sonora los rodearon
Diez carros de federales
Le dice la Inés a Pedro
No permitas, nos atrapen
Vuela por encima de ellos
No es la primera vez que lo haces
 
Por bocinas les gritaban
Helicópteros alerta
Los tenemos bien rodeados
Es mejor que se detengan
De pronto un tren que cruzaba
Acabó con la pareja.





La muerte del soplón 1992

Lauro Cantú Villarreal
Fue el que traiciono a Quintana
Cuando llevaba una carga
Para entregarla a la mafia
Allí firmó su sentencia
Y anduvo a salto de mata.

En la ciudad de Juliet
Y también en sur Chicago
Ya se sabia del soplón
Y lo estaban esperando
Y dicen que en Kansas City
Pudo escapar de milagro.

Un policía deshonesto
Que también murió en la quema
Dijo que estaba escondido
En la Ciudad de las Vegas
Que ya se iba para Europa
No más cobrando unas deudas.

Allí volaron los buitres
Este fue un fin de semana,
Pero lo encontraron muerto
Lo había matado una dama
Una mujer muy bonita
Que fue novia de Quintana.

La traición no es buen negocio
Cuando se apuesta la vida
Lauro no quiso entenderlo
Y traiciono a la familia
Le costo mucho dinero
Y al final hasta la vida.

La rubia de la venganza
Era de ojitos borrados
Según el retrato hablado
Por la versión de un empleado
Ella escapo de la ley
y nunca la han encontrado.

Allí volaron los buitres
Este fue un fin de semana,
Pero lo encontraron muerto
Lo había matado una dama
Una mujer muy bonita
Que fue novia de Quintana.
 
La banda del carro rojo 1992
 
Dicen que venían del sur
En un carro colorado
Traían cien kilos de coca
Iban con rumbo a Chicago
Así lo dijo el soplón
Que los había denunciado
 
Ya habían pasado la aduana
La que esta en El Paso, Texas
Pero en mero San Antonio
Lo estaban esperando
Eran los rinches de Texas
Que comandan el condado
 
Una sirena lloraba
Un emigrante gritaba
Que detuvieran el carro
Para que lo registraran
Y que no se resistieran
Porque si no los mataban
Surgió una M-16
 
Cuando iba rugiendo el aire
El faro de una patrulla
Se vio volar por el aire
Así empezó aquel combate
Donde fue aquella masacre
 
Decía Lino Quintana
Esto tenía que pasar
Mis compañeros han muerto
Ya no podrán declarar
Y yo lo siento sheriff
Porque yo no se cantar
 
De los siete que murieron
Sólo las cruces quedaron
Cuatro eran del carro rojo
Los otros tres del gobierno
Por ellos no se preocupen
Irán con Lino al infierno
 
Dicen que eran del Candil
Otros que eran del Altar
Hasta por ahí dicen muchos
Que procedían del Parral
La verdad nunca se supo
Nadie los fue a reclamar

Pacas de a kilo 1993
 
Me gusta andar por la sierra
Me crié entre los matorrales
Ahí aprendí hacer las cuentas
Nomás contando costales
Me gusta burlar las redes
Que tienden los federales

Muy pegadito a la sierra
Tengo un rancho ganadero
Ganado sin garrapatas
Que llevo p’al extranjero
Que chulas se ven mis vacas
Con colitas de borrego

Los amigos de mi Padre
Me admiran y me respetan
y en dos y trescientos metros
Levanto las avionetas
De diferentes calibres
Manejo las metralletas

El Tigre a mi me acompaña
Porque ha sido un gran amigo
Maestro en la pista chica
Además muy precavido
Él sabe que en esta chamba
No es bueno volar dormido

Por ahí andan platicando
Que un día me van a matar
No me asustan las culebras
Yo se perder y ganar
Ahí traigo un cuerno de chivo
Para el que le quiera entrar

Por el negocio que tengo
Donde quiera me paseo
No me gusta que presuman
Tampoco me miren feo
Me gusta que me platiquen
Pero no todo les creo

Los pinos me dan la sombra
Mi rancho pacas de a kilo
Soy mediano de estatura
Amigo de los amigos
Perdonen que no acostumbro
Decirles mis apellidos

Adiós sierra de Coahuila,
De Sinaloa y Durango,
De Sonora y Tamaulipas,
Chihuahua te andas quedando,
Si me quieren conocer en Juárez,
Me ando paseando.

El tamal. 1995
 
La pistola en la cintura
Y en las botas un tamal
Lo rodearon en la calle
Siete de la judicial
Le pidieron la bolsita
Él no se las quiso dar
 
Como le pusieron dedo
Le rodearon bien la troca
El comandante gritaba
Sabemos que cargas coca
El caso no lo hagas  grande
Ve quitándote la bota
 
Juan Manuel le contesto
De traerla no me rajo
Yo se que también le gusta
Con gusto yo la comparto
Pero si la quiere toda
Con sus hombres yo me mato
 
 
Con la pistola en la mano
Y el dedo en el gatillo
Notaron en su mirada
Que era un hombre decidido
Porque lo tenían rodeado
Pero se veía tranquilo
 
No hago tratos con mañosos
Y entrégame el tamal
No te pongas resistente
La vas a pasar muy mal
Antes de que continuara
Un balazo le dio Juan
 
Los agentes dispararon
Pero no con puntería
A Juan no lo detuvieron
Se les escapo ese día
El comandante esta muerto
Por un tamal que quería
 
 
 
 
 

Las novias del traficante. 1997

Todo mundo ya conoce
Las novias del traficante
Aquellas que vuelven loco
Y no son buenas amantes
Nunca se tientan el alma
Y pueden hasta matarte
 
Tienen muy bonitos nombres
Yo se los voy a nombrar
Para que se cuiden de ellas
Si las llegan a encontrar
Voy a darles santo y seña
Donde las pueden hallar
 
Blanca Nieves en Colombia
Mari Juana en Culiacán
Amapola está en Durango
En la sierra la hallarán
Y La Negra está en Guerrero
y Cristal en Michoacán
 
Cuando muere un Traficante
O a la cárcel va a parar
Las novias no se preocupan
Sabían que eso iba a pasar
Porque el que juega con lumbre
Con ella se ha de quemar
 
Las novias del traficante
Son muy malas en verdad
El que se mete con ellas
Tal vez le puede pesar
Porque andan con gente grande
Que no saben perdonar
 
Esto lo digo con clave
Muchos pueden entenderlo
Y aquellos que no lo entiendan
Echen a andar el cerebro
Pa’ que las mentadas novias
No vayan a sorprenderlos
Jefe de jefes. 1997

-A mi me gustan los corrido
Porque son los hechos reales de nuestro pueblo
- Si, a mi también me gustan
Porque en ellos se canta la pura verdad
- Pues ponlos pues, 
- Órale, ahí va...
 
Soy el jefe de jefes señores
Me respetan a todos niveles
Y mi nombre y mi fotografía
Nunca van a mirar en papeles
Porque a mi el periodista me quiere
Y si no mi amistad se la pierde
 
Muchos pollos que apenas nacieron
Ya se quieren pelear con el gallo
Si pudieran estar a mi altura
Pues tendrían que pasar muchos años
Y no pienso dejarles el puesto
Donde yo me la paso ordenando
 
Mi trabajo y valor me ha costado
Manejar los contactos que tengo
Muchos quieren escalar mi altura
Nomás miro que se van cayendo
Han querido arañar mi corona
Los que intentan se han ido muriendo
 
Yo navego debajo del agua
Y también se volar a la altura
Muchos creen que me busca el gobierno
Otros dicen que es pura mentira
Desde arriba nomás me divierto
Pues me gusta que así se confundan
 
En las cuentas se lleva una regla
Desde el uno llegar hasta el cien
El que quiera ser hombre derecho
Que se enseñe a mirar su nivel
Sin talento no busques grandeza
Porque nunca la vas a tener.
 
Soy el jefe de jefes señores
Y decirlo no es por presunción
Muchos grandes me piden favores
Porque saben que soy el mejor
Han buscado la sombra del árbol
Para que no les de duro el sol















































[1]             Luís Astorga, Mitología del narcotraficante, México, Plaza y Valdés Editores, 1995, p 48
[2]             Corridos de traficantes y censura, Luís Astorga, Región y sociedad XVII No. 32, 2005
[3]             http://personales.com/mexico/colima/estafauna/
[4]             Astorga Luis, “Corrido de traficantes y censura”, en Revista Nueva Sociedad.
[5]             Sitio Web consultado el 4 de junio del 2008: http://www.drogasmexico.org/texto.php?aid=168
[6]             Astorga Luis, Mitología del narcotraficante, p. 11
[7]             Astorga, Luis, Los corridos de traficantes en México y Colombia, Consultado en sitio Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lasa97/astorga.pdf
[8]             Sitio web consultado el 10 de junio del 2008 http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lasa97/astorga.pdf

miércoles, 28 de noviembre de 2012


La HISTORIA como constitución humana.
Circunstancialismo y vitalismo latinoamericano.
Angélica Yasmín Dávila Landa / ESTUDIOS LATINOAMERICANOS


jala de barco/100x130/ óleo sobre tela



A mediados del siglo XX, se tiene la sensación de la inminente decadencia Europa que da lugar a la apreciación de una América mesiánica con la misión de redimir a la cultura universal. Dice Alfonso Reyes: “Entendemos nuestra tarea como un imperativo moral, como uno de tantos esfuerzos por la salvación de la cultura, es decir, de la salvación del hombre.”  Porque el mundo se ve envuelto en una nueva guerra que amenaza con disolverlo todo, y América, más precisamente la otra América, la hispana, la latina que a quedado otra vez al margen, debe cuidar que no se destruya. Es así que ahora como en el siglo XVI, pero ahora también por la gente de este lado del océano, América vuelve a ser mirada como utopía, como un renovado Nuevo Mundo,
Esto,  conjunto a las perspectivas historicistas, servían  para reivindicar los valores americanos como una expresión original y acorde a su modo de ser y no como una mera y mala copia de la cultura europea.  De allí que la reconstrucción del devenir histórico de tales valores funcionara como evidencia y  reconocimiento de un pensamiento y filosofía auténticamente latinoamericanos, que además, ayudaría a forjar y fortalecer uno en el presente. Elemento fundamental  para que América pudiese cumplir su “misión en la historia”. He ahí la importancia de la historia de las ideas latinoamericanas, que no se perderá aun cuando la “misión histórica” de redención universal cambie por una de autoliberación continental.[1]
            Ahora bien, si la admisión de la autenticidad filosófica hacía necesario su estudio a través de la historia, como apunta Tzvi Medin, la historia de las ideas volvía imperante a su vez la formulación de una filosofía de la historia americana.[2] Es decir, el presente, o, a modo de Ortega y Gasset, la circunstancia para ser salvada no sólo requería que la  historia estuviera escrita sino que además ocupaba que ésta fuera pensada. Es pues así, que en parte, a mediados del siglo XX en Latinoamérica surgen varias filosofías y teorías de la historia que pretender dar auxilio a tal requerimiento. Una, la más conocida y tal vez más importante, es la de Leopoldo Zea. Pero a parte de ellas existen otras que pretenden darle también sentido a la filosofía de ésta parte del mundo.
            Tales teorías  tratan el problema de la  historia tanto en su modalidad de devenir  como de disciplina historiográfica. Aquí, lo que nos interesa analizar y mostrar es como se constituye la primera.
            El tratamiento de la historia como acontecer, por parte de los distintos autores  que se mostrarán, tiene una peculiaridad: la historia es vista como un problema filosófico. No sólo atañe a los historiadores especificar qué es la historia, sino que ésta, al volcarse como un fundamento de la filosofía, “puesto que ésta no puede ser sino filosofía de una realidad y esta realidad es histórica,”[3] le concierne también pensar y desentrañar lo que significa la historia, y en última instancia, ser historia. Descubrimiento o invención — ¿se puede acaso especificar?— de las gentes de esa época.
Así pues, Carlos Zelada define: “Lo esencial de la naturaleza del hombre consiste en que el hombre no es naturaleza, sino que es historia.[4] El  hombre al no ser naturaleza, es cambio, historia,  proceso constante de conformación y no  esencia dada e inmutable.  De modo que la historia no es mera envoltura extraña del ser humano, ya que el hombre no sólo vive y se realiza en ella  sino que precisamente, es ésta aquello que lo constituye y lo hace ser. Cosa que se viene a complementar con lo que Vicente Aja dice: “Allí donde no hay un empate entrañable entre el ser y su acontecer que los convierte a ambos en una y la misma cosa, no hay completa historicidad.”[5] Podríamos decir que mientras la historia por sí misma es simple “acontecer” cuando pasa a constituir y a mezclarse con el ser del hombre se vuelve junto con él, historicidad.  Y al hacerlo, surge un enunciado aporético: la esencia humana es el cambio, conjunción de “ser y  acontecer”. De este modo, una completa  historicidad— ¿una existencia auténtica?— es la cualidad de ser-historia.
Ahora bien, ser-historia no significa ser pasado: “No se puede llegar a una plenitud de concepción de lo histórico sin el dato del tiempo que viene a ser persistencia del pasado en el presente  y proyección del presente hacia el futuro.”[6] Y en el mismo tono, Luis Carretero afirma: “cada instante es la síntesis de instantes anteriores y contiene por eso mismo la posibilidad de crear ciclos futuros… por eso mismo tiene la evidencia de que su vivir es esencialmente histórico.”[7] Ser histórico es una cualidad temporal, que por tal no se refiere al tiempo que fue, sino al que está siendo a partir de lo que fue y que a partir de sí mismo, será. Así se funda cierta continuidad temporal, donde el pasado está contenido en el presente y éste es la cuna del futuro. La prolongación y enlace del tiempo del pasado en el presente y en futuro, es lo que lo convierte en tiempo histórico, en  historicidad, en lo que es historia. La historicidad por tanto, permite ser y seguir siendo, que la historia junto con el hombre no acabe nunca sino que estén siempre en un perpetuo e inconcluso proceso de conformación.
Pero el presente no sólo debe comprenderse como consecuencia y extensión del pasado, sino que  éste último depende en mucho del mismo presente que crea:

Todo pasado está siempre en movimiento y  está porque puede ser de nuevo considerado en un presente posterior. Si no pudiera de nuevo revivirse el pasado dejaría de tener posibilidades históricas. Estas derivan pues de la actualización. Por lo tanto es el instante, la actualización, lo que le da historicidad al pasado…lo histórico es la invención continua en el instante, aun sobre la base de que los hechos hayan ocurrido con anterioridad[8]

El pasado tiene historicidad, ya lo habíamos mencionado, en tanto puede continuarse en el presente manera en la que al continuar cambia y se reformula, es decir, se actualiza.  Pero es el presente el que concede las pautas para tal reformulación. Así, mas que en el pasado, la historicidad se gesta en el presente, amplificación de lo que fue y posibilidad de lo que será. Es decir, es aquel que otorga la perspectiva y posibilidad de procesualidad, él que empata futuro con presente,  ser con acontecer.
Ahora bien, hasta aquí uno podría preguntarse si al igual que existen historicidades completas existen historicidades incompletas. De haberlas, significaría que, ontológicamente,  no habría siempre una identificación ser/acontecer, y por tanto el hombre no sería siempre historia, sino sólo cuando lograse con plenitud tal identidad. La historicidad no sería una forma de ser humana sino un estado que no le es completamente inherente, por lo que el hombre puede o no puede ser historia. Entonces: ¿cuándo o cómo es que el hombre llega a ser o no ser historia, es decir, cómo es que logra la identificación aludida? y, ¿qué es cuando no es historia? ¿O es qué siempre el hombre es historia? Pero si fuese así no valdría la pena hablar de historicidades completas, si no de historicidad sin más. Vicente Aja parece darnos una salida: “Claro que la historicidad del hombre le viene de esa su peculiar temporalidad, dada en un ser que es precisamente el único ser que toma conciencia de sí mismo.”[9] La historicidad, de esta manera, para ser plena tendría que volverse consciente. Tomar consciencia de sí mismo, no sería otra cosa que reconocer la unidad ser/acontecer que conforma la propia existencia. ¿Pero qué pasa con quienes no logran dicha conciencia, tienen o no completa historicidad? Si no, volvemos al problema del principio. Si sí, también, porque entonces no habría caso decir “historicidad completa”. El problema central, es pues, saber si la historicidad es de tinte universal o no, y saber porqué.[10]
Problema que se agrava más con la siguiente afirmación: “Conviene precisar que cada situación histórica del pensamiento no sólo toma conciencia de lo que arrastra sino que implica una cierta libertad de creación, como algo irreductible en la vida misma.”[11] De allí que “sólo el ser libre tiene historia.”[12]  Se entiende que si el hombre es historia, por tanto ésta como acontecer, depende del hombre mismo. Así el hombre no sólo tiene historia sino que también la hace. “Creamos la historia” dice la Luis Carretero.[13] De allí la existencia de la libertad que se refuerza al ser el hombre procesual, histórico. Pues si el hombre no está naturalizado, por tal, no acabado, tiene la posibilidad de rehacerse a sí mismo cuantas veces le sea necesario, dándole continuidad al devenir histórico. Vemos así, que de ser-historia surge la libertad y de la libertad la historia. Ahora bien, y de nuevo, ¿qué pasa con los que no son verdaderamente libres? ¿No son seres históricos también? Y si no son, ¿qué son? Encontramos, aquí, las mismas cuestiones.
Quizás, tal conflicto se puede resolver teórica e incluso, ontológicamente de la siguiente manera. Se podría argumentar que la historicidad es una cualidad humana-universal sólo potencialmente, que se actualiza en tanto el hombre se haga consciente de ella y de la libertad que le proporciona. Así surge un trinomio historicidad-conciencia-libertad que se mira interdependiente. Ahora bien, si el hombre no es libre es porque no ha tomado consciencia de su libertad y ha relegado su historicidad, su capacidad autogenerativa, a otros, y con ella, a la misma libertad. La historicidad así no sería nula sino usurpada. De modo, que el hombre no libre, como hombre que es, puede rehacerse a partir de la necesidad de hacerlo— es decir,  de la consciencia— de su libertad e historicidad. El hombre así no sólo es historia, sino que debe de ser y saberse historia para realizarse plenamente, —y uno tendría que preguntarse aquí si ese deber ser no es ya una restricción a la libertad, y por tal a la historicidad—. Lo que intentamos salvar, pues y no sabemos si con éxito, es la universalidad sin omisión, de ser-historia. Cosa que no se resolvería si llevamos el problema de la libertad y la conciencia como condiciones ineludibles para la historicidad, a otro ámbito distinto pero relacionado: la historiografía.
La historiografía puede entenderse llanamente como la escritura de la historia. Se escribe lo que tiene (es) historia, y es por ésto que  el problema regresa. Si hay seres que no son consientes de su historicidad o que no son libres, ¿el discurso histórico debe omitirlos? ¿Cómo escribir una historia de los esclavos africanos? Y lo que aquí más preocupa, ¿cómo escribir la historia de esta América que se mira aún dependiente, y que para ser libre precisa conocer lo que ha sido, conocer su historia?
Recapitulando, tenemos que la historia puede entenderse como devenir, como “acontecer” donde el hombre existe como su creador y realizador, y qué cuando a ésta se le reconoce como cualidad procesual del ser-humano, se le está reconociendo su “propiedad esencial” de ser-historia. Ahora bien, Adjucto-Bothelo complementa: “La historia…trata del más filosófico de los asuntos… que es la vida humana en cuanto vida histórica, que solamente es  en el tiempo: vida histórica esencialmente”.[14] Se reafirma así la historicidad humana, pero anexándole una nueva característica: la vitalidad. A respecto de eso Antenor Orrego exclama que “la realidad básica… de la criatura humana, la realidad, digamos, primordial, central de su ser y, a la que se refieren todas las demás, es su propia vida”[15] La historia es realizada y continuada más que por la razón humana, por su  vida. El hombre existe primigeniamente porque vive y no porque piensa. Vive antes que nada, y a partir de eso piensa, actúa y crea, de modo que las vivencias son la realidad radical y original del ser humano.  “Yo no me separo de la realidad, pero la realidad me llega del exterior en cada instante a través de mis vivencias,”[16] dice Luis Carretero,  la única forma en que se puede acceder y aprehender a esa realidad, que se puede comprender y conocer, es por medio de lo que se vive. No es el ser a secas él que contempla a lo real o a la existencia, sino el ser vivo, él que viviéndola se realiza y  se confunde en ella. Ahora bien, si la vida genera toda acción humana y vemos que el hombre a través de éstas construye la historia, entonces  es la vida de los hombres —que debe pensarse más como biografía que como biología— el núcleo y motor del proceso histórico. La historia se desarrolla como el devenir vital del hombre, donde la continuidad se erige a partir de la continuidad de las vivencias y el futuro existe en tanto proyecto vital.  En pocas palabras, el vivir posibilita la unión del yo  y de la realidad, del ser y acontecer, la obtención de la historicidad.
Pero la vivencia a la vez que origina a la historia, es también producto histórico, Orrego continúa: “La historia es la atmosfera de todo pensar vital porque dentro de ella nace, respira, se acrecienta y encuentra sus desenvolvimientos e implicaciones originales.”[17] La vida, aun cuándo génesis de lo histórico, no lo trasciende sino que se realiza en él y por él. De este modo la  vida no es un hecho inmutable, ontologizado, que atraviesa el tiempo sin más, si no uno que se construye temporalmente, es decir, históricamente. La vida se vuelve proceso y por esto mismo el hombre construye la historia y deviene en historia. A través y a partir de la vivencia  es que se convierte en un ser histórico, de manera  que es  posible afirmar que ser-historia es equiparable a vivir históricamente.
Ahora bien:
 El hombre no vive y, en consecuencia, no puede pensar y nunca ha pensado con autenticidad sino desde una circunstancia histórica. Es decir, desde un punto geográfico y desde un punto circunscrito del acaecer cronológico.[18]

Es así, que aún cuando la vida realice y se realice en la historia  no lo hace desde toda ella y no la crea en su totalidad. El hombre vive, crea y se recrea “desde una circunstancia histórica” específica y peculiar, desde un lugar en la historia y no desde la Historia, completa.  El hombre no puede vivir toda la historia, porque aun cuando la vida posea infinidad de posibilidades de  realización, se encuentra limitada por sus finitudes corporales: el cuerpo sólo puede estar en un lugar y tiempo determinado, “en un punto geográfico y desde un punto circunscrito del acaecer cronológico”. Es decir, desde la circunstancia en que le ha tocado vivir.
La circunstancia de Orrego se distingue por ser una circunstancia histórica. Ésta se erige así por estar constituida no sólo por la temporalidad —característica con la que, casi siempre, se define únicamente al devenir de la historia— sino también por la espacialidad, con la que se conjuga y constituye el hábitat para el desarrollo de la vida y sus creaciones. La circunstancia histórica se torna la condición material para la realización biográfica.[19] De esta manera la historia se “concretiza.” Es decir, la historia deviene en el mundo concreto y se origina desde allí,  sin nunca salir verdaderamente de él, y desechando cualquier tipo de sustentos o fundamentos metafísicos.
Lo anterior se parece a la idea que Haya de la Torre expone: “El devenir social es relativo y su relatividad esta determinada por el Espacio histórico en el que se desarrolla la vida de los pueblos… y por el Tiempo histórico que marca el grado de su evolución económica, política y cultural.” [20]  Ambos son inseparables entre sí y juntos forman la trama de relaciones de cada fenómeno social que en ellos se cuaja.
El “espacio-tiempo histórico” o la “circunstancia histórica” son el ambiente inherente en el que se realiza la vida humana , y en el que sus actos se van produciendo y sucediendo, convirtiéndose así en “un proceso de desarrollo de sucesos históricos.”[21] Es decir, la historia como devenir, está estructura a partir de un conjunto de circunstancias diversas que coexisten y se suceden, y que contienen a la vez las distintas producciones vitales, de modo que la circunstancia en sí misma está dotada de historicidad. El encadenamiento de distintas circunstancias ocasiona que la vida se desarrolle siempre como una vida situada, contextualizada, cuyo modo de realización depende en mucho de su circunstancia de origen. Es así que podemos afirmar que: “La característica de su circunstancia determina inevitablemente su vida” [22] la vida surge de la circunstancia y se modela en ella, confeccionándose de acuerdo a lo que en ésta exista. Incluso la autenticidad, depende directamente de que la vida se realice de esta manera, es decir, acorde a su espacio-tiempo histórico, y no pretenda negarlo para su efectuación: “La locura es la rebelión insensata contra el hecho actual y vivo que nos circunda, contra el hecho consumado e incanjeable de nuestra coyuntura particular.”[23]
Ahora bien, si la circunstancia aparece como la condición determinante para la formulación vital, ¿cómo es que  ésta puede seguir manteniendo su libertad y propiedad autogenerativa, es decir, su historicidad?  ¿No es pues un mero producto pasivo de “las  circunstancias”? Antenor Orrego responde: “ésta circunstancia se levanta ante él como un espectro amenazante al que debe dominar y vencer, si quiere vivir.” [24] Aunque la vida surja de la circunstancia— ya que ésta última es una escala en la historia, y la vida, como vida  histórica, no puede trascenderla— no por eso significa que deba permanecer sumisa o fiel a ella, ya que de hacerlo, provocaría la estatidad de la historia o la permanente esclavitud humana por parte de su ecúmene; sino que debe dominarla para dirigirla y transformarla. El hombre parte así de lo que existe en su circunstancia para adecuarla a sus propias necesidades,[25] pero sin perder, durante el proceso de transformación, conexión con dicha circunstancia. De esta manera “son los hombres y no las circunstancias quienes deciden los rumbos de la historia,”[26] son motivos profundamente humanos los que introducen innovaciones y variedades en el “acontecer”, incluso son ellos los que originan las circunstancias existentes que luego sirven de escenario para la vida humana, sin por ello impedir que ésta las regule. “Esto significa que los acontecimientos sociales nos son propiamente el resultado de leyes mecánicas,” que podrían expresarse en la determinación circunstancialista, sino que “toda estructura en realidad se transforma por la interferencia o el accionar de nuevos impulsos humanos, esencialmente vitales e históricos,”[27] y difíciles de una teorización totalmente legislable. Es así que más que determinación la circunstancia entablaría una relación totalmente simbiótica con la vida y el hombre, a pesar de su condicionalidad. 
La originalidad circunstancial y la capacidad de hacer de la vida con respecto a ésta, suscitan, como expresa Haya de la Torre, que el devenir social sea relativo. Cosa que Carlos Zelada también advierte: 
 El nivel desde el cual el hombre intenta efectuar la aprehensión mental de lo humano  y desde el cual ensaya el tejido de su existencia, es diferente en cada situación de la vida o momento de la historia, porque la lógica vital  que facilita la comprensión de las diversas categorías de la vida y de la historia hállase nutrida por los principios contextuales de la circunstancialidad y la temporalidad. [28]
Empecemos por describir que se puede entender por lógica vital. Vimos que es la vida el origen de toda acción humana, incluyendo en ésto a la razón misma: el hombre no vive porque piensa sino que piensa porque vive, incluso, “el pensamiento racional del hombre es un instrumento para la salvación de la vida.”[29] Es por eso que la filosofía debe concebirse como “un pensar vital”, una lógica o razón vital, que surge como consecuencia del vivir, de las necesidades cotidianas de la vida, y que a partir de ellas funciona no como su fundamento primigenio sino como la manera de comprenderlas y auxiliarlas.[30] Pero cómo la vida a la vez surge de una circunstancia histórica concreta, dicha lógica vital es también circunscrita espacial y temporalmente. Y por eso mismo “es diferente en cada situación de la vida o momento de la historia”, es decir, de acuerdo a sus “principios contextuales” será la forma de pensar y relacionarse con el mundo. Aún más:
El concepto de los histórico como fundamento y raíz de la vida humana, hace de esta vida algo inconcluso, en perpetuo devenir, y hace del sujeto a quien le acontece esa peculiar forma de vida, un hecho histórico en sí propio, en el sentido de que cada hombre es un ser único, singular, incanjeable e irrepetible, y asimismo toda actividad o acontecer de los humano sale teñida de esa su radical historicidad.[31]

De esta manera, no es sólo  dicha lógica la que se encuentra relativizada, sino que el hombre mismo y con él, sus efectos y creaciones, se muestran como particulares irreductibles sin posibilidad de volver a existir tal cual en otro tiempo y lugar, en otra circunstancia histórica. Podríamos decir que las circunstancias no repiten sino que siempre están en un proceso continúo de creación. Incluso ellas mismas como hechos históricos, son igual de singulares. Así  todo lo existente se torno autogenerado y auténtico, y al hacerlo se vuelve idéntico, igual sólo así mismo, cancelando la posibilidad de existir como “mala copia” o “eco de vida ajena.” Así la autenticidad devendría siempre como algo  inherente.
Ahora bien, queda preguntarse si ser auténtico es principio suficiente para ser justo. Es decir, que la circunstancia explique los sucesos que en ella se originan resulta obvio, que la circunstancia los justifique resulta complicado, cuando no espinoso, porque de serlo— ¡clásica objeción antirrelativista!— todo  estaría “bien” y nada precisaría de ser remediado o redimido. No habría razón alguna siquiera para querer remover la dependencia latinoamericana. Pareciera entonces que es necesaria la presencia y consideración de un patrón universal que permitiera la trascendencia de las circunstancias y la posibilidad con ello de hacer juicios con contenidos verdaderamente morales. Pero la universalidad no viene a solucionar per se el problema anterior, ya que en sí misma contiene otros conflictos tanto a nivel epistémico como ontológico. Pues  ¿qué es la universalidad o que es lo que es universal? ¿Es homogenización? ¿Es convenio? Y además, si se precisa de lo universal para la realización crítica, ¿entonces todo debe de ser universal? Si sí, ¿qué sucede con las circunstancias? Si no, ¿qué pasa con lo no universal, se vuelve no comunicable? Y en última, última instancia, ¿qué significa trascender la circunstancia? ¿Es qué si se trasciende la circunstancia se trasciende también a la historia? Y si sí, ¿entonces a donde se va a parar? ¿O será que la universalidad es la trascendencia de la circunstancia inmediata por una circunstancia de mayor alcance, algo así como una circunstancia estructural?[32]
Cómo vemos el desarrollo teórico circunstancialista nos dirige a una tensión, sino contradicción,  entre circunstancia y universalidad. Con la circunstancia el devenir histórico se ve especializado, relativizado y fragmentado, no existe más una línea que lo dirija sino distintos momentos y actores históricos que lo construyen de acuerdo a su modo de ser. Es por ésto que con la originalidad circunstancial y su  incapacidad de repetición se ve cancelada la posibilidad de algo  universal. Ya que: “la universalidad de los principios sociales y políticos es siempre relativa y está condicionada por cada Espacio-Tiempo histórico” [33] y “ni la realidad ni el pensamiento pueden ser reducidos a un común denominador universal, sin admitir las condicionalidades históricas de los mismos en cuanto a las expresiones definidoras de diferenciación espacial y a los ritmos peculiares de sucesión temporal.”[34] De manera que lo universal queda subordinado por lo particular, por lo circunstancial. Y si éste último es tan diverso con respecto a todo lo demás y tan igual sólo a sí mismo, ¿cómo lograr la expansión fuera de él?
En Cuadernos americanos encontramos varias opciones. Por ejemplo la renuncia a la universalidad o la renuncia a la circunstancia. Aquí nos gustaría desarrollar sólo la propuesta de Antenor Orrego por considerarla la más completa y conciliadora. Orrego dice:
 Lo universal de una cultura pasada sólo se trasmite a otra cultura distinta o a una cultura sucesora, como ocurrió entre Grecia y Europa, desde una circunstancia concreta a otra circunstancia concreta, es decir, desde lo viviente hacia lo viviente.[35]
              
               Tenemos pues, que Orrego parte de los mismos fundamentos de la teoría de la historia que venimos exponiendo: la vida y la circunstancia. Lo interesante es mirar como en él, estos dos elementos no son obstáculos sino posibilitadores de lo universal. Así, tenemos que una de las principales cualidades de la universalidad es ser transmisible, pero las cosas sólo se transmiten sólo entres entes vivientes y concretos, por que lo que no vive no existe y lo que no existe no puede recibir nada. Y lo que vive, existe y lo hace desde una circunstancia concreta, qué por eso tiene la capacidad de transformar lo transmitido, de ajustarlo a las nuevas implicaciones. “Precisamente la piedra de toque de los  valores universales es que pueden insertarse de nuevo, reelaborarse dentro de un reciente drama histórico; repensarse con revitalizante originalidad y fecundidad para el hombre, desde cualquier circunstancia concreta.”[36] Lo universal no es universal en sí mismo, sino que es universal en tanto que alguien más lo recoja adecuándolo a sus propias necesidades, aunque éstas sean contrarias a sus necesidades originales. Podríamos decir que lo universal no es aquello que existe en todo el mundo y en todo tiempo, como una especie de valor transhistórico, sino aquello que puede salir de su circunstancia de origen para adecuarse a otra. Es decir, lo universal es lo universabilizable.  Por esto mismo no es auténtico, en el sentido etimológico del término, sino que es diverso, por su cualidad transmisible y maleable. Y es por estas mismas cualidades, que puede ser universal. 
De este modo, podemos afirmar con Orrego que “Lo opuesto a lo universal no es lo concreto, lo circunstancial, lo singular, lo individual, que son sus raíces o gérmenes vivos. Lo opuesto a lo universal es lo general, lo abstracto, lo meramente teórico y técnico, lo esquemático, lo cosmopolita que ha sacudido el polvo telúrico de su calcaño.” Lo no universal es aquello que niega que ha salido de lo particular y que por eso mismo es aplicable a toda la Humanidad. Lo universal por el contrario, es aquello que a pesar de tener un origen singular, puede ser empleado y requerido por otras circunstancias. Es decir,  lo universal es lo que tiene “su núcleo germinal en la circunstancia[37]” y que por eso mismo se desenvuelve, cómo todo lo humano, históricamente.





              









BIBLIOGRAFIA

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·        Alfaro López H. Guillermo. La filosofía de Ortega y Gasset y José Gaos: una vertiente del pensamiento hispanoamericano. UNAM/CCYDEL, México, 1992.
·        ARDAO, Arturo, “El historicismo y la filosofía americana” en Cuadernos americanos, núm. 4, año IV, México, jul-ago, 1946
·        BOTHELO, Adjucto, “Un problema filosófico: la historia” en Cuadernos americanos, año V, núm. 6, nov-dic, 1946
·        CASTAÑAR, Fulgencio, “Algunas calas en la relación entre Cuadernos Americanos de México y los exiliados republicanos españoles” en José Maria Balcells y José Antonio Bowie (eds), El exilio cultural de la Guerra Civil, 1936-1939, Universidad Salamanca, Salamanca, 1999. Disponible en http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01349497566571272199680/p0000001.htm  (15 de junio de 2009)
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·        HERNÁNDEZ FLORES, Guillermo, Del “circunstancialismo” de Ortega y Gasset a la “filosofía mexicana” de Leopoldo Zea, UNAM, CCyDEL, México, 2004
·        MATUTE, Álvaro (comp.), El historicismo en México. Historia y antología, FFyL, México, 2002
·        Medin, Tzvi. Ortega y Gasset en la cultura hispanoamericana, FCE, México, 1994
·        RAMA, Carlos, “Una nueva historia para nuestro tiempo” en Cuadernos americanos, núm. 3, vol. XV, may-jun, 1956
·        ORREGO, Antenor, “La circunstancia de la cultura americana. Pensamiento intemporal y pensamiento histórico” en Cuadernos americanos, año XIV, núm. 2,  1955
·        ZEA, Leopoldo, El positivismo en México, FCE, México, 1978
·        ZELADA, Carlos, “¿Hacia un cambio de gravitación histórica?” en Cuadernos americanos, año XIII, núm. 3, may-jun, 1954




[1] Ejemplo de este giro es la obra de Leopoldo Zea que busca anular la dependencia latinoamericana, como primer objetivo de su filosofía.
[2] Medin, Tzvi. Ortega y Gasset en la cultura hispanoamericana, FCE, México, 1994, p. 179
[3] ZEA, Leopoldo, El positivismo en México, FCE, México, 1978, p. 21
[4]ZELADA, Carlos, “¿Hacia un cambio de gravitación histórica?” en Cuadernos americanos, año. XIII, núm. 3, may-jun, 1954, p. 149
[5] AJA, Pedro Vicente, “Lo histórico y la filosofía” en Cuadernos americanos año. XVII, núm. 2, marz-abr, 1958, p. 94
[6] Ibíd., p. 97
[7] ABAD CARRETERO, Luis, “La significación de lo histórico” en Cuadernos americanos, año XIII, núm. 6, nov-dic, 1954, pp. 137-138
[8] Ibíd., p. 130 y 132
[9] AJA, Pedro Vicente, Op. cit.,  p. 97
[10] La cuestión de la universalidad, también trataré de abordarla cuando toque el tema de la circunstancia.
[11] Ibíd., p. 99
[12] Ibíd., p. 100
[13] ABAD CARRETERO, Op. cit., p. 132
[14] BOTHELO, Adjucto, “Un problema filosófico: la historia” en Cuadernos americanos, año V, núm. 6, nov-dic, 1946, p. 131
[15] ORREGO, Antenor, “La circunstancia de la cultura americana. Pensamiento intemporal y pensamiento histórico” en Cuadernos americanos, año XIV, núm. 2,  1955, p. 75
[16] ABAD CARRETERO, Luis, Op. cit.,, p. 124
[17] ORREGO, Antenor, Op. cit., p. 78
[18] Ibíd.,  p. 75
[19] Existen otras connotaciones para la descripción de la circunstancia, por ejemplo la de Carlos Zelada, que piensa a la circunstancia solamente como espacialidad. Y la Luis Carretero, quien afirma: “El hombre no ve la circunstancia como si fuera una realidad objetiva sino que la inventa partiendo de las internas realidades en los sucesivos instantes que va viviendo. Diríase que esto es lo que dice la teoría del circunstancia, pero yo veo la circunstancia como espacial y racionalista y el instante como temporal y voluntarista. La circunstancia empequeñece al hombre como actor” (ABAD CARRETERP, Op. cit., p. 140) Yo elegí exponer arriba la utilización de circunstancia histórica porque me parece ser que es la más completa y que más tintes de  historicista tiene.

[20] HAYA DE LA TORRE, Víctor, “Algo más sobre la tesis del espacio- tiempo histórico” en Cuadernos americanos, año VI, núm. 2, marzo-abril, 1947, p. 97
[21] Ibíd., p. 99
[22] ORREGO, Antenor, Op. cit., p. 75
[23] Ibíd., p.78
[24] Ibíd., p. 76
[25] Uno aquí podría preguntarse de donde es que surgen tales necesidades de la circunstancia o de la vida, o es que más bien es la necesidad de dominación de la circunstancia.
[26] ZELADA, Carlos, Op. cit., p. 148
[27], Ibíd.,  pp. 148-149
[28] Ibíd., p. 146
[29] ORREGO, Antenor, Op. cit., p. 76
[30] En Ortega y Gasset, esta razón vital deviene luego en razón histórica, que procesualmente tiene las mismas funciones, pero ahora con respecto al devenir de la historia.

[31]  AJA, Vicente, Op. cit., p. 97
[32] Esta pregunta a su vez nos lleva a cuestionar a la misma circunstancia, es decir, a preguntarnos el radio de acción y existencia de ella. ¿Es que las circunstancias se asemejan más a los acontecimientos o a las estructuras? ¿Las circunstancias son en sí mismas homogéneas o no? ¿Dentro de una circunstancia puede haber más circunstancias o no? Abogamos pues por la necesidad de construir una tipología de la circunstancias, que tal vez se asemeje a los tiempos de larga, mediana y pequeña duración de Braudel, pero consideramos que aún así, la tipología circunstancialista resultaría de naturaleza distinta, ya que sí partimos del aforismo orteguiano “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo,” sería difícil que el sujeto se disolviera en las estructuras o viceversa. Ya que las distintas especies de circunstancias que resultaran de tal tipología implicarían una fusión simbiótica del yo/circunstancia que impediría que la libertad humana fuese abolida o absolutizada.
[33] HAYA DE LA TORRE, Víctor, Op. cit., p. 100
[34] ZELADA, Carlos, Op. cit., p. 155
[35] ORREGO, Antenor, Op. cit., p. 79
[36] Ibíd.,  p 79.
[37] Ibíd., pp. 79-80