…es una medida de la forma o apuntamiento de las distribuciones. También
llamadas de concentración central,
tratan de estudiar la mayor o menor concentración de frecuencias alrededor de
la media y en la zona central de la distribución.
-------¡No entiendo nada! Eso es para
estadistas y no estadística para idiotas y yo soy de esos.
-------Cálmate gorda. Ayudo, solo necesito
algo de comer y ayudo.
-------También necesito algo de comer.
Los libros se levantaron, uno por uno al
carrito de la biblioteca para reacomodarse, las mochilas nos abrasaron los
hombros y las escaleras dirigieron el camino a un estanque de agua que recién
se preparaba para abrir su cielo. Por supuesto, el viaje fue interrumpido por
las revistas caras que no muchos estudiantes podemos comprar pero siempre
admirar con sus artículos novedosos, una de ellas publicaba “el misterio del
capital indígena”… Tal vez en internet pueda encontrarlo, balbuce.
Se escuchó, ¡negra! A lo lejos, el grupo se
reunió y tomó el camino anterior. Sin pensar en que ese no era el mismo que
formarían minutos antes. Al tocar el timbre y pasar la puerta una liana nos
envolvió como reptil, sirvió tres tazas de té espeso. Sonó el timbre nuevamente,
ya no escuché más los murmullos del grupo, las rastas que me acompañan parecen un serpentario y el bolso afeminado de
moda desaparece, la gente me canta insistentemente, corrí.
Al intentar
salir me inmovilizó un ocelote de madera con ranas a los costados que sacaba su
lengua burlonamente mientras miraba la víbora en su nariz, una libélula se
asomó de su nuca, me señaló y gritó: ¡Paloma! El serpentario me encontró, el
bolso salió de su escondite, encontré las escaleras de frente y corrí.
El timbre sonó. Más gente llegó. Gritaban: ¡Paloma!
la liana se asomó del horno de piedra; estiré mis brazos, me sujetó, trepé por
ella, llegué al palomar. Todo el estanque se incendiaba, las paredes buscaban
una salida. Desesperada, la gente
comenzó a gritar. Volé.
Ya no entendí el grito de la gente. Hablaban
del origen, mientras yo volaba, me detuve, vi arboles, un rio, nadé, Salí del
agua, salté por la tierra, no hablé mas para poder aullar, corrí nuevamente, ahora en cuatro patas, no era mas
quien fui, revoleteé sobre un árbol, me buscaba el cazador para venderme, volé,
me posé en la tierra, preferí deslizarme en las ramas, ser parte del rio de donde
jamás caí.
Urpy
V Jornadas Estudiantiles sobre identidad en América Latina
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